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»Los egipcios no son dioses,
sino simples seres humanos.
Sus caballos son de carne
y no vivirán para siempre.
Dios castigará a los egipcios
y a quienes les piden ayuda.
¡Todos van a desaparecer!»

Dios protege a Jerusalén

Dios le dijo a Isaías:

«Yo defenderé a mi pueblo
que vive en Jerusalén,
como se defiende el león
cuando ha matado a una oveja:
no se deja asustar
por los gritos de los pastores.
Yo protegeré a Jerusalén
como protege el pájaro a su nido:
¡yo la cuidaré y la salvaré!
Yo soy el Dios todopoderoso,
y les juro que así lo haré».

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